jueves, 31 de marzo de 2011

Estados Unidos lleva el peso de la guerra en Libia y despliega personal sobre el terreno.




La actual guerra de Libia está evidenciando las enormes carencias militares que actualmente tiene Europa. Aunque a nivel político y de jefes de gobierno parezca una guerra europea liderada por Sarkozy y Cameron, en el aspecto militar es ante todo una guerra americana.

Al 28 de mayo de 2011, de los casi 200 misiles de crucero tomahawk disparados, todos menos 7 (lanzados por Reino Unido) los ha hecho Estados Unidos. Y a pesar de haber realizado un número similar de vuelos Estados Unidos respecto al resto de aliados (unos 370 para cada lado), los Estados Unidos dispararon 455 municiones de precisión, y el resto 147.

El Mando y Control ha sido ejercido por Estados Unidos de manera exclusiva (antes de traspasar el operativo a la OTAN) desde el AFRICOM, dirigido por el General Carter Ham, desde su cuartel general en Stuttgart, Alemania. Cabe destacar, no obstante, que el mando real ha estado en manos de una mujer. Ya que esta guerra está siendo una campaña primordialmente aérea, la dirección de la misma recae sobre el componente aéreo del AFRICOM, que está dirigido por la Major General Margaret Woodward.

En el aspecto de la inteligencia, la diferencia a favor de Estados Unidos es también muy grande. Este país vigila las fuerzas de Gadafi con aviones U-2, y UAVs del tipo Predator, además de los JSTARS para detectar el desplazamiento de contingentes mecanizados de importancia. Aviones Rivent Joint RC-135 de inteligencia de señales (SIGINT) escuchan las emisiones y comunicaciones electrónicas de los mandos gadafistas, y luego empleando los aviones no tripulados Global Hawk se trata localizar las fuerzas acorazadas opositoras. Una vez obtenidas las coordenadas se envían a los analistas en estaciones de tierra, que luego las envían a los puestos de mando para el proceso de targeting. Esta información luego pasa a los puestos de mando volantes de los aviones E-3 Sentry para coordinar el ataque a los objetivos. La capacidad para dominar de tal forma todo el proceso de inteligencia y hacerlo rápidamente, está sólo al alcance de Estados Unidos.

A pesar de que Obama diga que la implicación americana está disminuyendo, pasando el mando y control de las operaciones militares desde el AFRICOM (Mando exclusivamente americano y dependiente de la Junta de Jefes de Estado Mayor de Estados Unidos) al mando aliado de la OTAN de Nápoles, lo cierto es que la implicación militar americana aumenta. Con el envío de seis aviones de ataque A-10, dos bombarderos estratégicos B-1B, y dos cañoneros AC-130, la capacidad de fuego y de ataque al suelo americana se incrementa de manera espectacular. Además demuestra el creciente papel en Apoyo Aéreo Cercano que probablemente irá adquiriendo las operaciones militares aéreas aliadas, que mayormente se empleaban contra objetivos estratégicos, de interdicción y de interdicción sobre el campo de batalla. También pone en evidencia el inigualable potencial militar de Estados Unidos, ya que mandando esta pequeña fuerza (en cantidad), aunque de características especializadas, respecto a las cantidades globales disponibles por Estados Unidos, el poder militar aliado se incrementa de forma muy sustancial. Esto es algo que ningún otro país aliado puede soñar hacer, al carecer de ningún avión de similares características.

No obstante, dadas las limitaciones legales y políticas que impone la Resolución 1973, y a las divisiones políticas dentro de la cúpula americana y entre los propios aliados, esta guerra es un desconcierto mayúsculo, y está siendo la peor dirigida en muchísimo tiempo. Desde luego está muy lejos de la pulcritud doctrinal y del sentido común militar que marcan los paradigmáticos ejemplos de Warden y su campaña del año 91, que además no fueron sino un apoyo al golpe principal que ordenaría Norman Schwarzkopf al III Ejército para embolsar al ejército iraquí en Kuwait.

No obstante Gadafi es muy débil. La cuestión es si serán necesarias operaciones militares de corte más convencional para destruir la capacidad militar de Gadafi para aniquilar su oposición política, o llegar a algún tipo de acuerdo negociado ante la derrota militar. En tal caso, y ante la aparente inviabilidad política del envío de contingentes terrestres extranjeros al país, serían necesarios bastantes meses para formar algo parecido a un ejército de la nueva libia, a la vez que tendría que aceptarse la necesaria implicación limitada extranjera vía mercenarios y compañías militares privadas para labores especializadas (estilo MPRI en los Balcanes), aunque nunca de unidades militares. Actualmente el Consejo Nacional Libio sólo cuenta con unas 1.000 personas con algún tipo de formación, estando además sin encuadrar.

También parece confirmarse que hay agentes de la CIA y el MI6 en suelo libio, y que por lo menos los agentes del MI6 están implicados en labores de vigilancia de las columnas de las fuerzas de Gadafi y en el guiado de los aviones Tornado en sus ataques contra estas. Algo necesario para este tipo de taréas y que no debería sorprender a nadie. Por lo tanto, también debería haber algún tipo de fuerza americana para el gran componente de fuerza aérea que está empleando Estados Unidos contra las fuerzas de Gadafi. Extremo este no confirmado pero que resulta evidente y necesario.

Esta ha sido una guerra que la cúpula militar americana no quería (Robert Gates) y que el presidente Obama ante las dudas iniciales quería evitar a casi toda costa. Una guerra que ha sido forzada por Inglaterra y Francia, y apoyada por el Departamento de Estado (Clinton, Susan Rice). Una guerra que aunque el Pentágono no quería (para no distraer recursos de Afganistán) la está librando porque sólo sus capacidades pueden hacerlo. A pesar de estas evidencias los presupuestos militares se recortan de manera importante en Europa, mientras en Estados Unidos solamente se optó por limitar el incremento del gasto (porque continúa expandiéndose) y cancelar algún programa. Europa va dirigiéndose a la casi insignificancia militar mientras pretende seguir jugando un papel político importante, como en el caso libio, pero la médula militar tiene que delegarla en Estados Unidos.