viernes, 30 de octubre de 2015
Una posible Revolución Diplomática en la guerra de Siria. Tres objetivos y tres opciones.
La situación de las alianzas y alineamientos en Siria podría sufrir un gran cambio de forma inminente.
Hasta ahora el intricado entremado de alianzas en la guerra de Siria llevaba años sin cambios esenciales. Por contra, lo que que si fue evolucionando fue la magnitud de las implicaciones y apoyos a las distintas facciones en la guerra. Si bien es cierto que cada vez los apoyos y apuestas iban siendo mayores, también es cierto que los alineamientos no cambiaban de forma sustancial. Irán apoyaba a Assad como también lo hacía Rusia; turcos, saudíes y qataríes intentaban derrocarle apoyando a los rebeldes; EEUU y Occidente querían derrocar a Assad y apoyaban a rebeldes y kurdos.
EEUU tenía dos objetivos prioritarios: 1) de 2012 en adelante, acabar con la dictadura de Assad (y con las bases rusas en Siria) y 2) desde julio de 2014 (con la caída de Mosul), contener al Estado Islámico. Para conseguir el objetivo 1, EEUU no dudó en apoyar directa o indirectamente a grupos yihadistas, incluso asumiendo el riesgo de que en Siria pudiese instaurarse un Emirato salafista. Esto no es ninguna conspiranoia, el por entonces director de la DIA (general Flynn) ya se opuso en 2012 a seguir el modelo libio por el riesgo que terminara surgiendo un Emirato salafista, cosa que ha terminado sucediendo con el surgimiento del Estado Islámico(1). Es decir, el objetivo 2 es un hijo bastardo de la fallas de la estrategia del objetivo 1. Para implementar la estrategia para conseguir el objetivo 1, se darían armas a la oposición aun sabiendo que muchas acabarían en manos de yihadistas u operadas por no yihadistas pero empotrados en grupos yihadistas (como ha sucedido con los misiles TOW del FSA disparados en unidades empotradas en Al-Nusra). Al mismo tiempo se intentaría formar una milicia siria dirigida por EEUU, que sería el representante de los intereses americanos en las negociaciones político-militares durante la guerra y el posconflicto, algo que finalmente terminó fracasando de forma miserable en el verano de 2015.
El plan americano y de sus aliados turcos, saudíes y qataríes, de dar apoyo a los rebeldes para conseguir el objetivo 1, parecía estar logrando su objetivo de destruir las fuerzas de Assad, culminando importantes victorias militares en Idlib y otros lugares que dejaron a las fuerza pro-Assad al borde del colapso.
Los árabes y/o suníes (Arabia Saudí, Qatar, Turquía), en su particular guerra fría contra Irán y los árabes chiíes, tampoco hacían remilgos en apoyar a casi cualquier grupo de yihadistas que no fuera el Estado Islámico. Su objetivo, además de derrocar a Assad, era evitar la conformación de un arco chií desde Irán a Líbano que daría la preeminencia geopolítica regional a los iraníes, algo que podríamos denominar como objetivo 3. Es decir, esta coalición de intereses además de tener los objetivos 1 (derrocar a Assad y acabar con las bases rusas en Siria) y 2 (contener o destruir al Estado Islámico), tienen un objetivo 3 (impedir el surgimiento de un arco chií e iraní en la región).
Con las derrotas de Assad y la intervención de las monarquías del golfo en Yemen para acabar con los houthis revolucionarios chiíes, Arabia Saudí intentó hace unos meses en la Liga Árabe conformar una Fuerza Árabe Conjunta para intervenir contra los iraníes allí donde hiciera falta (pensando como primer objetivo Siria). Turquía, aunque no formaría parte de dicha fuerza, apoyaría políticamente esa fuerza y actuaría militarmente también de forma conjunta con la fuerza árabe para terminar de derrocar a Assad.
Por otra parte, hay que resaltar que el objetivo 3 (impedir la creación de un arco chií-iraní) no es perseguido por EEUU. En Irak a EEUU le ha dado igual que Irán controle de facto el gobierno e intervenga militarmente. Podría decirse que en Irak, EEUU solamente persigue el objetivo 2 de derrotar al Estado Islámico, siendo indiferente al objetivo 3, al mismo tiempo que al estar ausente algún dictador que derrocar, no persigue ningún objetivo de clase 1.
A pesar de la euforia inicial que se produjo en Arabia Saudí por su intervención en Yemen y la aparente buena acogida que tuvo la idea de la Fuerza Árabe Conjunta, las ilusiones se desvanecieron rápidamente. La guerra en Yemen se estancó miserablemente y la actitud de Egipto respecto a la Fuerza Árabe Conjunta se enfrió. El mundo árabe suní en realidad no tiene comunión de intereses a la hora de fijar los objetivos prioritarios. Si para Arabia Saudí y Qatar lo principal es derrocar a Assad y contener a los chiíes sirviéndose de yihadistas, para Egipto e incluso Jordania, lo principal es combatir a los yihadistas, dejando lo de derrocar a Assad como algo secundario.
No obstante, a pesar de que el ideal de una fuerza panárabe no fuera posible sin Egipto, las monarquías del golfo y Turquía siguieron adelante con su intención de derrocar a Assad, apoyando masivamente (junto a EEUU) con suministros militares a la oposición de rebeldes y yihadistas. Durante la primavera y verano de 2015, el plan parecía que iba a lograr su objetivo final de derrocar a Assad de manera irresistible... hasta que sucedió un acontecimiento que lo cambió todo: la intervención militar de Rusia en Siria. Intervención rusa que estuvo mediada y planeada de forma conjunta con Irán.
Irán tiene como objetivo ser la potencia predominante en la región, un objetivo que se hunde en las raíces milenarias persas, así como por el sempiterno conflicto entre chiíes y suníes dentro del Islam. Teherán busca crear una gran continuidad geopolítica desde sus fronteras hasta el Mediterráneo, enlazando a Hezbolá, Siria e Irak con Irán. Sostener al gobierno de Assad era, por lo tanto, imprescindible para que Hezbolá pueda seguir teniendo una retaguardia logística segura. Por ese motivo, la Guardia Revolucionaria iraní y Hezbolá están involucrados directamente en la guerra de Siria. Como todo responde a un plan cuyo objetivo es crear un arco chií en la región, también hay milicias iraquíes chiíes (auspiciadas por Irán) que luchan en Siria del lado de Assad.
No obstante, aunque Irán y Hezbolá habían estado interviniendo directamente del lado de Assad, tal apoyo no estaba resultando suficiente para evitar lo que parecía una derrota inminente del régimen sirio. Por ello, los iraníes (principalmente el general Soleimani y los Guardas Revolucionarios)(2), durante este verano, estuvieron cabildeando con los rusos para inducirles a que intervinieran en la guerra en conjunción con ellos y darle la vuelta a la situación militar. Finalmente los rusos intervinieron en conjunción y alianza con los iraníes, pudiéndose observar sobre el terreno múltiples muestras de que actúan conjuntamente. La intervención rusa y los refuerzos iraníes han logrado el objetivo inicial de dar la vuelta a la situación militar y evitar el colapso del régimen. El propio Jefe de Estado Mayor Conjunto de EEUU lo ha reconocido públicamente en el Congreso: las fuerzas pro-Assad han pasado de encarar un desmoronamiento inminente a ser los más fuertes y empezar a retomar terreno a los rebeldes a lo largo y ancho del teatro de operaciones(3).
El éxito de la intervención ruso-iraní en estabilizar la situación militar ha puesto los objetivos y la estrategia americana en un callejón sin salida, ya que mientras Irán y Rusia intervengan de manera suficiente, Assad queda blindado y su derrota militar resulta inviable. La única alternativa es una confrontación directa con Rusia, algo que las potencias de la región no pueden hacer por sus propias carencias militares. Pero aunque es una opción que sí está al alcance de las capacidades americanas, su costo (riesgo de una guerra nuclear) lo hace políticamente inaceptable.
El callejón sin salida que ha significado la intervención rusa para EEUU, un auténtico "end game", ha hecho que en Washington se vuelva a la situación de 2011/12, cuando se discutían los objetivos americanos en Siria. Los que triunfaron entonces, que presionaban por derrocar a Assad (el objetivo 1) mediante una estrategia igual a la que se siguió en Libia en 2011 (el liderar desde atrás a yihadistas)(4), ahora se han quedado sin argumentos, ya que la única manera de no perder la guerra es una confrontación directa con Rusia. Y viceversa, los que se oponían a dicha estrategia ahora han recobrado peso.
El único problema es que abandonar la estrategia que EEUU sigue desde 2011/12 supone un cambio que significaría una auténtica Revolución Diplomática(5) en la guerra siria (opción que barajan algunos analistas), ya que implica abandonar como objetivo prioritario el derrocar a Assad, al ser ese un objetivo inviable. La nueva situación implica abandonar el objetivo 1 y quedarse EEUU persiguiendo solamente el objetivo 2, siendo indiferente al 3. O lo que es lo mismo, un escenario en Siria igual al iraquí pero con Rusia operando sobre el terreno. Si finalmente EEUU se decanta por un escenario en Siria como el iraquí, significaría cooperar con rusos e iraníes a la vez que se desprecian los intereses de saudíes, qataríes y turcos. Si los turcos, saudíes y qataríes siguen con sus intenciones de perseguir el objetivo 1 apoyando a los rebeldes (y atacando Turquía a los kurdos apoyados por EEUU), ello los pondría en rumbo de colisión con EEUU y Rusia. Ese cambio en los objetivos americanos significaría una revolución diplomática porque EEUU pasaría a cooperar con Rusia e Irán en vez de enfrentarse a ellos. A su vez EEUU pasaría a enfrentarse a Turquía y Arabia Saudí u obligarlos a aceptar el nuevo juego.
No obstante, lo anterior es sólo un escenario entre muchos otros escenarios posibles. Para hacer un resumen, podrían esquematizarse las opciones americanas más plausibles después de la intervención rusa del siguiente modo.
A) Perseguir tanto el objetivo 1 de derrocar a Assad (y eliminar las bases rusas) para de esa manera reducir la influencia rusa e iraní, como conseguir el objetivo 2 de la destrucción del Estado Islámico (ya no su mera contención como se hacía hasta ahora). Para ello EEUU tendría que seguir la estrategia actual de apoyar a yihadistas, añadiendo además el enfrentamiento directo con Rusia y desplegar alguna suerte de fuerza militar terrestre, para tener al mismo tiempo la capacidad suficiente de destruir al Califato y derrocar a Assad derrotando a iraníes y rusos.
Esta opción, como se indicó anteriormente, aun siendo posible es políticamente inasumible por ningún gobierno norteamericano, dado el riesgo nuclear de enfrentarse a un interés vital ruso.
-. Es decir, la opción A implica que EEUU persigue los objetivos 1, 2 y 3 (derrocar a Assad, destruir al Estado Islámico e impedir el surgimiento de un arco chií-iraní apoyado por Rusia).
B) Renunciar al objetivo 1 pero intentando dividir a la alianza ruso-iraní, proponiendo un gobierno de Assad que incluya miembros de los rebeldes pero echando del país a Hezbolá e Irán, a la vez que se da garantía a los rusos de conservar sus bases en Siria. A continuación, uniendo esfuerzos americanos, rusos, sirios y kurdos, perseguir el objetivo 2 de destruir al Califato así como de destruir también a los yihadistas y rebeldes que se opongan al acuerdo.
Esta opción, aunque es posible, la considero poco probable porque Irán y Hezbolá son actualmente imprescindibles en los equilibrios internos en Siria. Una vez se ausentes los iraníes, nada impediría que los rebeldes que se alzaron contra Assad vuelvan a hacerlo, esta vez con éxito al estar el ejército sirio muy debilitado. Además, la fuerza iraní y de Hezbolá presente en Siria es imprescindible para atacar y vencer al Estado Islámico, tal y como ocurre en Irak.
-. La opción B implica que EEUU persigue los objetivos 2 y 3 mientras renuncia al objetivo 1.
C) Renunciar al objetivo 1 (no derrocar a Assad y/o garantizar la permanencia de las bases rusas) sin tratar de destruir la alianza ruso-iraní, persiguiendo el objetivo 2 de destruir al Califato.
Ello significaría que EEUU se implicara con alguna suerte de fuerza terrestre aunque con el único objetivo de destruir al Estado Islámico. Sería una intervención relativamente limitada y no un gran despliegue, a la vez que también tendría un área de operaciones restringido al Norte de Siria y quizás Ramadi, tal y como reza la nueva estrategia americana de las tres r (Raqqa, Ramadi y Raids). Al mismo tiempo significaría la marginación y derrota de las aspiraciones de Turquía y las monarquías del golfo. Siria se convertiría en una nueva Irak pero con un Assad en el poder (aunque quizás podría darse el caso de un Abadi sirio que sustituyese a Maliki/Assad).
-. En resumen, la opción C implica que EEUU solamente persigue el objetivo 2 (destruir al Califato) mientras renuncia a los objetivos 1 y 3 (derrocar al régimen de Assad e impedir la emergencia del arco chií-iraní apoyado por Rusia). Es decir, un escenario similar al iraquí.
Que Irán haya sido invitada a las negociaciones del viernes en Viena para negociar el fin de la guerra en Siria, parece indicar que los americanos están escogiendo la opción C. Que Egipto también haya sido invitado (país que se alinea con la tesis de enfocarse en el Estado Islámico y ser indiferente respecto a la permanencia de Assad) también abunda en la idea de que EEUU está intentando implementar la opción C.
De terminar siendo así (ya que esto es por el momento sólo una especulación), significaría toda una revolución diplomática en el conflicto y en la geopolítica de la zona. EEUU habría sido derrotado en su objetivo inicial de derrocar a Assad y ganar influencia contra Rusia. La influencia de Rusia e Irán se acrecentaría al ser los garantes del nuevo orden regional, ya que son ellos los que han conseguido hacerse con la capacidad de veto. Los grandes perdedores serían las monarquías del golfo y Turquía, ya que de facto Irán habría logrado conformar su ansiado arco chií. No obstante, Irán no sería ninguna potencia hegemónica regional, ya que su posición depende del apoyo ruso y de que no sea percibida como una gran amenaza por EEUU, Israel y la propia Rusia. Si Irán intentase pasarse de la raya, Rusia podría cambiar su alineamiento de respaldo a Irán y pasar a apoyar al resto de poderes regionales y a EEUU. Eso fue exactamente lo que le ocurrió a Irak cuando trató de convertirse en un hegemón regional: que la URSS dejó de apoyarlo y aprobó las resoluciones del Consejo de Seguridad para echar a Irak de Kuwait. Ese ejemplo es algo que cualquier aspirante a hegemón regional (Irán) no debe olvidar nunca. Aunque por otra parte, es de sobra conocido que a pesar de la experiencia histórica el hombre sigue cometiendo los mismos errores una y otra vez, errores de cálculo que podrían cometer los decisores iraníes.
No obstante, por el momento, eso sólo son cábalas sobre un futuro incierto. Lo único cierto ahora es que Rusia e Irán han intervenido de manera decisiva en Siria, dando un vuelco a la situación militar en favor de Assad y cambiando completamente las reglas del juego, hasta el punto de que tal intervención significa un bloqueo a todos los planes (han logrado lo que en Ciencia Política se conoce como capacidad de veto). Pero que 1) la situación se quede en tablas indefinidamente con una guerra que no termina de ganar nadie (que sería una suerte de Opción D) o 2) que se conforme un nuevo juego (la revolución diplomática) como parece que se está intentando, es algo en realidad incognoscible, aunque en mi opinión es la opción C (la revolución diplomática) la que tiene más probabilidades de imponerse finalmente.