La tensión internacional entre las grandes potencias está desde hace unos años de actualidad otra vez, después del letargo estratégico del "momento unipolar" de los poco más de 15 años que siguieron al final de la Guerra Fría. La cuestión ahora es si este renacer de la tensión y competición entre las grandes potencias (Rusia, EEUU, China, etc) puede catalogarse o no de Nueva Guerra Fría.
Definiendo qué es una guerra fría.
John Gaddis hizo la definición canónica de lo que fue la Guerra Fría (
La Paz Larga) y que usaré como hilo conductor en la comparación entre ambos periodos.
La Guerra Fría fue un conflicto 1) bipolar, entre dos superpotencias, 2) que conformaban dos campos ideológicamente antagónicos y hostiles, 3) en el que la política exterior era regida por la política de bloques, 4) y la amenaza de guerra nuclear garantizaba en última instancia la estabilidad. Como consecuencia de lo anterior, 5) el conflicto quedaba congelado en vez de ser caliente y dinámico (no había cambios de alianzas entre las potencias, invasiones entre los países de los bloques, etc). No obstente, 6) la competición bajo ciertas reglas estaba permitida: I) las esferas de influencia en los bloques eran intocables; II) como no podían atacarse directamente entre sí las superpotencias, tenían que recurrir a proxies o países subsidiarios para competir y agredirse de manera subsidiaria e indierecta fuera del espacio de los bloques; III) la guerra nuclear era el último recurso, por lo que antes de recurrir a "la bomba" tenían que agotarse todas las opciones de guerra convencional y estar amenazado un interés vital y existencial.
Hay que resaltar que todo este entramado de condiciones estaban destinadas a que el conflicto entre las dos superpotencias no se resolviera, dejando el conflicto en una situación fría o congelada para evitar una tercera guerra mundial. No era una situación de bipolaridad en el que dos grandes potencias no tenían motivos de conflicto ni hostilidad entre sí, sino que era un conflicto bipolar que NO podía solucionarse debido a la alta hostilidad y odio ideológico entre ambos bloques, pero que, no obstante, pudo mantenerse congelado o contenido por el temor a los elevados costes de una guerra directa, teniéndose que recurrir a la competición indirecta.
Pero la Guerra Fría (periodo histórico concreto) no es el concepto de guerra fría en general. Inspirándome en Gaddis, defino que toda guerra fría reúne las siguientes características: 1) es un conflicto 2) con animadversión altamente hostil (ideología política, religión, nacionalismo, etc) 3) que se mantiene contenido o congelado indefinidamente 4) por el temor palarizante al alto coste de una guerra directa entre los principales contendientes, 5) recurriéndose a la competición y agresión indirecta a través de intermediarios (proxies).
Nótese que en la definición NO he hecho referencia a la bipolaridad, las armas nucleares, etc, por lo que puede haber guerras frías multipolares, sin terror nuclear, sin política de bloques (aunque sí con un alto grado de polarización en los sistemas de alianzas, como en el periodo de Paz Armada previo a la Primera Guerra Mundial), etc.
La Guerra Fría histórica, la que tuvo lugar entre los EEUU y la Unión Soviética, sería una variación concreta de esa definición general y que Gaddis canonizó de manera magistral. La Guerra Fría histórica, además de las características generales de mi definición tendría las detalladas por Gaddis en su famoso artículo de "La paz larga": arsenales nucleares, bipolaridad, tensión y hostilidad ideológica (no era, por ejemplo, una hostilidad religiosa), etc.
¿Es la Nueva Guerra Fría una guerra fría?
Dando por hecho que la Nueva Guerra Fría y la Guerra Fría son diferentes entre sí, pero al mismo tiempo ambos conceptos están haciendo referencia a que son una guerra fría, la pregunta es si la situación actual de Nueva Guerra Fría es realmente una (nueva) guerra fría.
1) Conflictividad.
Evidentemente, en la actualidad vuelve a haber un conflicto de los EEUU y la OTAN contra Rusia en Europa. Da igual que el entorno internacional actual no sea de bipolaridad ni de unipolaridad, sino que sea un sistema internacional apunto de entrar en la multipolaridad, ya que como definí antes la polaridad no es relevante para dilucidar si estamos en una guerra fría en estos momentos. Por consiguiente, este requisito sí lo cumple la Nueva Guerra Fría para poder ser catalogada de guerra fría, debido a que hay conflictividad entre las grandes potencias (sea un sistema bipolar o multipolar). Es decir, aun introduciendo a China en la ecuación además de la competición EEUU-Rusia, es evidente que hay conflictividad entre este chinos y americanos. Por lo tanto, el elemento de competición conflictiva geopolítica entre las grandes potencias que existe en toda guerra fría, sí se da en la Nueva Guerra Fría.
2) Animadversión.
El actual nivel de animadversión u hostilidad, sea por diferencias religiosas, ideológicas, etc, dista mucho de ser altamente hostil como, por ejemplo, la que hubo entre EEUU y la URSS durante la Guerra Fría o la que también hubo entre Esparta y Atenas.
Como constraste a la Nueva Guerra Fría, ejemplos contemporáneos en política internacional de alta hostilidad los tenemos en Oriente Medio, en el conflicto entre suníes y chiíes o entre salafistas suníes contra laicos suníes. Las grandes potencias como Rusia, China o EEUU no tienen en la actualidad el grado de hostilidad que sí tienen los árabe suníes de Arabia Saudí con los farsis chíies de Irán, o la hostilidad entre el Califato o Al Nusra (Jahbat Fateh al Sham) con los regímenes laicos árabes.
Aunque es verdad que el aspecto ideológico en la competición entre las grandes potencias en la Nueva Guerra Fría es clave, tiene las siguientes y limitadas características esenciales: 1) democracias liberales de corte occidental (lo que incluye a Japón, Corea del Sur, etc) y sus aliados no democráticos, se enfrentan a 2) regímenes democráticos no liberales (democracias iliberales como Rusia) y regímenes autoritarios (China), pero sin haber la hostilidad y el odio de la destrucción total del enemigo político, como sí había en las guerras de religión en Europa o las guerras napoleónicas y de revolución que siguieron a la Revolución Francesa.
Las grandes potencias en estos momentos, aunque con diferencias ideológicas, no tienes cosmovisiones del mundo completamente incompatibles, ya que aunque China (por ejemplo) no sea una democracia, no pretende poner en duda la propiedad privada o el mercado, como sí hacían los comunistas soviéticos y que en última instancia debería conducir a una guerra de aniquilación. Por poner otro ejemplo, la animadversión presente entre las grandes potencias, puede parecerse al que surgió después de las guerras de religión europeas de los siglo XVI y XVII, en al que la hostilidad se redujo sensiblemente después del Tratado de Westfalia, pasando el sistema internacional de una gran animadversión hostil a una situación de mayor moderación, en el que se aceptaba la existencia de potencias de diferente religión en Alemania.
3) Contención o congelación del conflicto.
Actualmente el conflicto entre las grandes potencias y sus esferas de influencia no está congelado. En Ucrania, que formaba parte de la esfera de influencia rusa, el régimen amigo de Moscú fue derrocado por otro amigo de Occidente y al que los gobiernos occidentales se apresuraron en reconocer. A continuación Rusia invadió partes de Ucrania y se anexionó Crimea. Esto dista mucho de una confrontación y competición congelada típica de los periodos de guerra fría.
Otro ejemplo es el comportamiento de China en su mar meridional, en el que las líneas de conflicto distan de estar congeladas tal y como recoge la
Declaración de Conducta de la Partes en el Mar del Sur de China. El comportamiento chino está siendo tan irrespetuoso en el mantenimiento de las líneas de conflicto, que pretende obtener derechos extraterritoriales en todo ese mar haciendo anexiones en la práctica. En Filipinas, desde 2012, se ha apropiado en la práctica del arrecife de Scarborough (muy cerca de las costas filipinas y de su capital), expulsando a los pesqueros filipinos e impidiendo cualquier actividad económica filipina en la zona, destacando los chinos de manera permanente una flota de guardacostas junto al arrecife, permitiendo que sean los pesqueros chinos los que realicen la actividad económica. La situación es muy grave porque Filipinas está dentro de la esfera de influencia norteamericana y tienen un Tratado de Defensa Mutua que obliga a EEUU a defender Scarborough de China, conflicto que
puede estallar en cualquier momento del futuro.
Por consiguiente, no hay contención ni congelación de las líneas el conflicto, por lo que también según este aspecto, el panorama estratégico internacional actual no sería de una (nueva) guerra fría.
4) Temor palarizante por alto coste de una guerra directa entre las grandes potencias.
Aunque todavía no haya sucedido una guerra entre las principales potencias del sistema y en apariencia este aspecto sí asemeja la Nueva Guerra Fría a una guerra fría, la realidad no es como parece. Los Estados Unidos están siguiendo una política de
ir marginalizando las armas nucleares de su estrategia nuclear (desde el Discurso de Praga que hiciera Obama). Tal intención estratégica de ir marginalizando las armas nucleares está muy presente en los papeles doctrinales americanos sobre disuasión, dando cada vez más prioridad a la disuasión convencional en lugar de la nuclear desde que se aprobara el OPLAN 8010 (ver desde página 10
de este pdf).
El significado estratégico de estos cambios doctrinales, es que los EEUU están concibiendo como algo posible una guerra contra alguna gran potencia como puede ser Rusia o China. No debería sorprender esta nueva situación estratégica opuesta al de la Guerra Fría, en la que una guerra entra grandes potencias será una norma y forma de proceder aceptable. Esto es posible porque el que no haya una hostilidad y animadversión existencial entre las grandes potencias, y el que no se respeten las esferas de influencia mutuas, hace viable que puedan haber guerras limitadas entre las grandes potencias sin que ello implique un paso previo a una ulterior aniquilación del adversario.
Aunque una guerra limitada entre grandes potencias no deja de ser algo sumamente grave, ya que no dejaría de ser una gran guerra con el riesgo a que se escale a un intercambio nuclear a gran escala accidentalmente, el grado de paralización es muy inferior al de la época en el que el entorno estratégico mundial era de MAD (destrucción mutua asegurada).
En la historia hay multitud de ejemplos de periodos en los que el temor a las graves consecuencias de una guerra (no nuclear) entre la grandes potencias, mantenía la paz y el sistema internacional casi congelado. Tal fue el caso de la rivalidad entre Esparta y Atenas antes de que estallase la Guerra del Peloponeso, o la época de la Paz Armada de antes de la Primera Guerra Mundial. No obstante, al no haber terror a la guerra nuclear, aquellos periodos de guerra fría que podían durar décadas, solían acabar en una gran guerra sistémica. La diferencia de el momento actual con esos la Guerra Fría o la Paz Armada, es que no hay hostilidad existencial entre las grandes potencias en busca de la supremacía en el sistema internacional. Las guerras ahora serían por objetivos mucho más limitados, como puede ser el tipo de gobierno en Ucrania, el estatus de los países bálticos o la soberanía en los atolones y arrecifes del mar del Sur de China.
Por consiguiente, el elemento de terror paralizante por miedo a una guerra nuclear o una gran guerra convencional total, está cuanto menos muy limitado o ha desaparecido. Resaltar que la propia OTAN ya reconoce que una guerra limitada con Rusia por causa de los países bálticos es posible, hasta el punto que ha sido el tema central de la última cumbre de la OTAN de Varsovia. Es decir, en la OTAN admiten que ya no hay un temor paralarizante a que una gran potencia (Rusia) pueda hacer una agresión limitada contra una esfera de influencia de EEUU como es la alianza atlántica.
5) Competición indirecta mediante proxies.
Los ejemplos de la Paz Armada o los años anteriores al estallido de la Guerra del Peloponeso, nos muestra como en los periodos de guerra fría las grandes potencias evitan 1) enfrentarse directamente entre sí y 2) no atacar ellos mismos las esferas de influencia contrarias (para evitar que el ataque escale a una guerra directa entre las grandes potencias). Efectivamente, cuando las grandes potencias dejaron de comportarse de ese modo, ello condujo a que el sistema internacional dejara de ser una guerra fría y pasase a una guerra sistémica, como fue el caso la larga Guerra del Peloponeso en la competición por robarse aliados la Liga de Delos y la Liga del Peloponeso entre sí; o como cuando en 1914 Austria atacó a Serbia, que se había convertido en un país protegido de Rusia.
Durante la Guerra Fría, las superpotencias no atacaron a los proxies enemigos directamente sino salvo para defender a un proxy amigo del ataque de un proxy del adversario, y siempre de manera limitada sin ánimo de invadirlo completamente, derrocar al régimen, etc (caso de los bombardeos americanos contra Vietnam del Norte). De ese modo se evitaba el riesgo de enfrentamiento directo entre las superpotencias, ya que si, por ejemplo, la URSS atacaba Alemania o Japón los EEUU tendrían que haber ido a la guerra contra los soviéticos, y si EEUU atacaba Cuba o Hungría, la URSS habría ido a la guerra contra los EEUU. Por ello, la competición y las agresiones internacionales ocurrían fuera de las esferas de influencia y mediante proxies, interviniendo las superpotencias solamente para intentar defender a su proxy de ser derrotado de la agresión del proxy enemigo.
En la Nueva Guerra Fría tales limitaciones no existen y pueden violarse. En Europa aunque tal tipo de agresiones directas no se han dado todavía, en la OTAN se da por supuesto que Rusia tiene como opción hacer agresiones híbridas para terminar invadiendo parcial o totalmente los países bálticos, por lo que los
propios decisores de la élite occidental aceptan que en el entorno internacional actual la regla de no agredirse directamente no existe y puede violarse. En Extremo Oriente estamos viendo como China hace agresiones directas e híbridas para apropiarse de territorio que no le pertenece, como en el arrecife de Scarborough, a un aliado de la esfera de influencia de EEUU.
6) Conclusión.
Hemos visto como los rasgos de la Nueva Guerra Fría en realidad no es que no se correspondan con la Guerra Fría, sino que tampoco se corresponden en casi nada con la definición de tipo ideal de guerra fría que hice al comienzo, definición que puede ser tomada como un
tipo ideal en el sentido weberiano del término.
Definiendo las características del panorama estratégico actual: la Paz Caliente.
El panorama estratégico contemporáneo, tal y como acabamos de ver, no es de guerra fría y por lo tanto carece de la estabilidad y seguridad que tuvo la Guerra Fría. Pero más allá de la comparación negativa entre la definición de tipo ideal de guerra fría con el momento presente, sería deseable proceder a un análisis estratégico concreto de la situación actual.
La carencia de congelación y contención en la competición entre las granes potencias y la posibilidad a enfrentamientos limitados directos entre estas grandes potencias (lejos de las guerras totales típicas del siglo XX), me ha llevado a etiquetar la situación contemporánea y de los años venideros como de Paz Caliente.
Algo que justifico por las siguientes cinco características que detallo a continuación.
1) Segunda Era Nuclear.
El mundo contemporáneo poco tiene que ver con el de la Destrucción Mutua Asegurada. Estamos inmersos en la
Segunda Era Nuclear, caracterizada por: más de dos actores nucleares importantes, arsenales nucleares reducidos, protagonismo de armas estratégicas convencionales, gran importancia de los sistemas defensivos (principalmente escudos antimisiles).
Aunque es verdad que en los tiempos de la Guerra Fría habían países, como Francia o Reino Unido, que tenían arsenales nucleares de cierta importancia, lo cierto es que en comparación, los enormes arsenales y capacidades que tenían las dos superpotencias los hacían casi irrelevantes a la hora de influir en la disuasión estratégica global. Sin embargo, a medida que se fueron implementando los tratados de reducción de armamentos, se ha llegado a una situación en la que con el New START, Rusia y EEUU solo tienen unas 1550 cabezas nucleares estratégicas cada una (desde los varios de miles de décadas anteriores). Además, con la expansión previsible de los arsenales nucleares y balísticos chino, indio, pakistaní, etc, entre los próximos 10 o 20 años, se llegará a una situación en el que la disuasión nuclear mundial ya no tendrá que dirimirse solo entre dos países, sino que tendrá que tenerse muy presente las capacidades nucleares de algunos países más.
Basta con hacer el siguiente experimento mental para darse cuenta de las implicaciones. Durante la Guerra Fría, la destrucción mutua entre dos superpotencias era casi el único cálculo que se planteaba en la disuasión mundial, llegándose siempre a la conclusión de que nadie podía ganar una guerra. Sin embargo, si en un futuro (dentro de por ejemplo 20 años) estalla una guerra limitada entre Pakistán e India, teniendo esta última unas 1000 cabezas, mientras China, Rusia y EEUU unas 1550 cada una, podría darse el caso en el que China podría amenazar a India (para evitar que gane la guerra), por lo que tendríamos una circunstancia en la que China (1550 cabezas) se enfrentaría a India, EEUU y Rusia (tradicional aliado de India) con 4100 cabezas en total, quedando los chinos en total inferioridad. No habría nada parecido a la disuasión mutua asegurada en el que cada gran potencia tenía la capacidad de destruir varias veces el arsenal enemigo (y sus ciudades). Esta situación contraria al de Destrucción Mutua Asegurada queda explicada en el siguiente párrafo.
La proliferación y perfeccionamiento de 1) las armas de precisión, de largo alcance y de los sistemas de información, hace posible que ahora se puedan atacar muchos objetivos de un golpe, con una gran exactitud, a miles de kilómetros de distancia. Dichas capacidades, permiten que puedan atacarse los arsenales e infraestructuras nucleares de cualquier país nuclear de manera no nuclear o con armas nucleares de pocos kilotones. Como los arsenales nucleares ahora son de pequeño tamaño, es mucho más sencillo hacer un ataque contra las fueras nucleares del adversario, destruyendo un alto porcentaje de su arsenal. Además, 2) dado que los sistemas antimisiles son cada vez más comunes y efectivos, se puede llegar a la situación en que el pequeño porcentaje de armas supervivientes podrían ser anuladas por dichos escudos antimisiles.
Es decir, en la Segunda Era Nuclear es y será factible que potencias nucleares se ataquen y desarmen entre sí, sin que ello signifique la Destrucción Mutua Asegurada. La estrategia nuclear no tiene el efecto moderador y apaciguador del que hablaba Gaddis en The Long Peace.
2) Menor hostilidad ideológica entre las grandes potencias.
La animadversión entre grandes potencias (la hostilidad e inquina entre ellas) es uno de los factores que más caracteriza los sistemas internacionales. En la historia, las épocas en que había una fuerte hostilidad ideológica, como durante las guerras napoleónicas, el sistema internacional era mucho más violento respecto a las épocas en que apenas se daba dicha hostilidad (como las épocas inmediatamente posterior y anterior a la Revolución Francesa). No obstante, esta correlación entre nivel de hostilidad y violencia entre potencias cambió con la aparición del arma nuclear.
Antes del arma nuclear, las guerras de objetivos totales (destruir otra gran potencia, cambiar su forma de gobierno, orden social, etc), solían ser muy destructivas aunque asumibles para las mentalidades mesiánicas. Pero con la posibilidad de destrucción nuclear total, las guerras de objetivos totales se volvieron un absurdo. Había mucha tensión pero no se pasaba de ahí por miedo a la destrucción mutua absoluta.
Aunque la actual situación hostil entre Occidente y sus rivales (Rusia, China, etc) tiene un componente ideológico no desdeñable (democracia liberal occidental contra el resto de formas de gobierno), el odio ideológico típico del siglo XX y la Guerra Fría brilla por su ausencia. Esa menor hostilidad relativa, unida a la situación de la actual estrategia nuclear de Segunda Era, ahonda en el fenómeno descrito de que una guerra (limitada) entre grandes potencias que ahora es racional, porque la competición es por objetivos comparativamente pequeños (fronteras, esferas de influencia, etc).
3) Paradoja de la Estabilidad/Inestabilidad.
Esta paradoja es el fenómeno que ocurre cuando países con un conflicto geopolítico entre sí se arman nuclearmente. El peligro de la destrucción masiva produce un efecto estabilizador y esos países tratarán de evitar un gran conflicto directo entre ellos. Como contrapartida, aumenta las probabilidades de que se enfrenten de manera limitada o indirecta
En la Guerra Fría dicha paradoja se manifestó en que las superpotencias tuvieron que recurrir a competir mediante conflictos por intermediario, incrementando los conflictos en la periferia de ambos bloques. También incentivó las estrategias de guerra operacional convencional (no estratégica) como la doctrina de Respuesta Flexible. En el conflicto entre India y Pakistán, que estos países se armaran nuclearmente no impidió la Guerra del Kargil de 1999. De hecho, la probabilidad de que este tipo de conflictos limitados aumenten en un futuro se ha incrementado, debido a que la situación de la disuasión nuclear mundial está lejos de la Destrucción Mutua Asegurada y a que la hostilidad entre potencias es relativamente limitada.
Es decir, además de que un conflicto estratégico entre grandes potencias es ahora mucho más probable que durante la Guerra Fría, en el plano de los enfrentamientos limitados e indirectos (como la guerra del Kargil) también aumenta el riesgo de enfrentamiento, a causa de la paradoja de la estabilidad/inestabilidad conjugada con los rasgos de la Segunda Era Nuclear y de carencia de hostilidad existencial elevada.
4) Mayor libertad de alineamientos en lugar de la Política de Bloques.
En este periodo de Paz Caliente que caracteriza el panorama estratégico internacional, las potencias ya no tendrán su política constreñida por el rígido corset de la política de bloques, en el que no había opciones de cambiarse de bando. En la actualidad el comportamiento de la potencias estará guiado por el estricto interés nacional y no por su pertenencia y lealtad a un bloque específico.
Las potencias harán equilibrio de poder y bandwagoning (unirse al ganador en lugar de hacerle equilibrio de poder) según les convenga. Recientemente hemos visto como la Turquía de Erdogán aunque perteneciendo al bloque de la OTAN, llegaba a acuerdos con Rusia (rival de EEUU) para hacer equilibrio de poder a las fuerzas kurdas de las SDF que apoyaban los EEUU, invadiendo directamente Siria y combatiendo a los proxies kurdos de EEUU a pesar de ser el país líder de su supuesto bloque. En Extremo Oriente también estamos viendo como el presidente filipino Duterte está tentado de hacer bandwagoning con China en lugar de enfrentarse a ella amparándose en el apoyo de EEUU.
5) Guerras híbridas y agresiones directo/indirectas en esferas de influencia.
En la primera parte de este artículo se señaló que el actual conflicto entre OTAN y Rusia, no es un conflicto congelado y en el que se respeten las esferas de influencia. Los países occidentales, con el legítimo objetivo de expandir la democracia, respaldan revoluciones de colores en el Este de Europa. Rusia, para mantener el control en su esfera de influencia y debido a que ya no tiene el gran poder convencional que tenía en la época del Ejército Rojo, tiene que recurrir a intervenciones militares relativamente pequeñas y de objetivos mucho más modestos comparadas a las que hizo en Hungría en 1956 o Checoslovaquia en 1968. La Guerra de Georgia ni siquiera llegó a conquistar la capital georgiana y fue muy corta en el tiempo. La guerra en Ucrania aunque más duradera, adoptó una forma híbrida y también de objetivos muy limitados.
Podría resumirse el concepto de guerra híbrida en que es un modo de guerra que emplea medios militares convencionales, medios irregulares típicos de guerrillas e insurgencias, además de la ciberguerra. Es decir, es tanto una agresión indirecta (guerrillas y operaciones encubiertas) como directa (ejército ruso en Crimea, guardacostas chinos armados apropiándose de arrecifes y atolones). La lógica que subyace en ese tipo de guerra, es poder intervenir militarmente pero sin cargar con la responsabilidad de hacer una agresión de manera abierta, esquivando los costes de las represalias, coerciones y de tener sufragar una invasión convencional.
Por lo tanto, ese tipo de guerra permite que haya más conflictos militares, porque suponen muchos menos costes a las potencias que las hagan. Dado que en el actual conflicto Este-Oeste no se respetan las esferas de influencia, Rusia como forma de presionar a la OTAN por la guerra en Ucrania, o cualquier otro conflicto que pueda suceder, podría decidir hacer una guerra híbrida contra los países bálticos. Es un quid pro quo: como Ucrania ya no es la esfera de influencia intocable de Rusia, los países bálticos o los miembros orientales de la OTAN tampoco son intocables. El riesgo es evidente: como ya no se respetan las esferas de influencia, y dado que se interviene de manera directa/indirecta con guerras híbridas, sería posible que la OTAN y Rusia terminen enfrentándose directamente a una escala no total, como hicieron India y Pakistán en el Kargil, por delimitar las fronteras de dichas esferas, inducidas por el efecto de la Paradoja de la Estabalidad/Inestabilidad
6) Conclusión.
Las cinco características descritas, definidoras del nuevo marco estratégico en el que se mueve el mundo, desembocan en 1) un entorno internacional que poco tiene que ver con la congelación y contención que existían durante la Guerra Fría. Y 2) las características del periodo actual de Paz Caliente, también tienen poco que ver con la definición general y de tipo ideal que di sobre el fenómeno de guerra fría.
Por consiguiente, 1) como la actual competición entre las grandes potencias no es una guerra fría, 2) aunque al mismo tiempo poco tiene que ver con las grandes guerras del siglo XX o de las guerras napoleónicas y de revolución, 3) pero sin asemejarse tampoco con los periodos de carencia de conflictos importantes entre las grandes potencias (como en la época de la Europa de los Congresos o durante el "momento unipolar" posterior a la Guerra Fría), 4) podría catalogarse el panorama estratégico actual de Paz Caliente.
No es guerra fría, tampoco guerra caliente (tercera guerra mundial o guerra sistémica general), ni es un paz fría (ausencia de conflictos como durante la Europa de la Restaruración), sino sencillamente y por eliminación es una paz caliente (no hay riesgo de guerra sistémica pero sí conflictos y competición importantes)