jueves, 1 de abril de 2010

Defensa Antimisil y la Disuasión de Israel contra un Irán Nuclear.


La presente entrada del blog es una traducción que he hecho del Capítulo 4 (Missile Defense and Israel’s Deterrence against a Nuclear Iran) escrito por el reconocido Uzi Rubin, extraido del volumen titulado "Israel and a Nuclear Iran: Implications for Arms Control, Deterrence, and Defense", publicado por el INSS.

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La doctrina de seguridad nacional de Israel ha sido moldeada en una realidad de gran asimetría, en el aspecto geográfico y demográfico, entre Israel mismo y sus vecinos hostiles. La entorno de seguridad de un país de estrecho territorio y de una población pequeña, rodeado por tres de sus lados por estados sustancialmente más extensos y con una población abrumadoramente mayor; ha forzado a una doctrina militar ofensiva, y por la preferencia hacia armas ofensivas en vez de defensivas. Careciendo de accidentes geográficos que faciliten la defensa, como pudieran ser cadenas montañosas, grandes ríos, o estar redeado por mar, Israel, como otros pequeños países en su misma situación, no podría afrontar el gran costo de permanentes y caras fortificaciones. En consecuencia, las guerras anticipatorias (Preemptive wars), de la que la Guerra de los Seis Días es quizás el ejemplo más notable, han sido las preferidas en la doctrina militar en Israel.

No es sorprendente, por tanto, que el debate público en Israel sobre la disuasión a un futuro Irán nuclear, sea realizado en términos agresivos y concentrándose en las capacidades ofensivas de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel). Los escasos analistas que examinan el asunto de la defensa contra la amenaza de los misiles iraníes de largo alcance, juzguan la defensa estratégica como trivial o incluso perjudicial para la seguridad de Israel. La defensa antimisil ha sido descrita normalmente como "falacia estratégica" que contraviene la, por mucho tiempo, doctrina militar ofensiva de las IDF, y de ser un anacronismo que ha sido fácilmente superado, ya que "en la era de los misiles, la ofensiva mantiene una ventaja absoluta sobre la defensiva". También es descrita como un peligro a la estabilidad y un incentivo para un ataque anticipatorio contra Israel. Además es tildado de irrelevante, ya que no puede garantizar que se impida la penetración de un simple misil con cabeza nuclear, y que de hecho sería un reconocimiento de debilidad por parte de israel.

La teoría de la disuasión nuclear fue desarrollada en los Estados Unidos al comienzo de la Guerra Fría. El debate sobre la credibilidad de la disuasión contra un antagonista nuclearizado, estaba en el nucleo de un amplio debate sobre la doctrina de la seguridad nacional. Mucha atención se prestó al asunto del de los sistemas defensivos, su viabilidad, y las implicaciones para la disuasión y para la estabilidad de la confrontación que acontecía entre las dos superpotencias. Ocasionalmente el debate sobre la defensa estratégica antimisil se intensificó y eclipsó todas las otras dimensiones del debate nuclear, tal y como ocurrió tras el anuncio del presidente Reagan sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI o Guerra de las Galaxias). Aunque el consenso sobre esta materia nunca fue alcanzado, los amplios análisis sobre el valor de de la defensa estratégica que acompañaron al debate público, y que fueron desarrollados por los mejores cerebros políticos y militares de los EE.UU., abordaron el asunto desde cualquier aspecto imaginable, como el político-militar, el tecnológico y el económico.

Por contra, en Israel no se ha producido un debate significativo sobre la disuasión contra las amenazas nucleares, y no se habla sobre el futuro rol de la defensa antimisil en la disuasión.Tal y como ocurrió a comienzos de la década de 1980, cuando Iraq estaba muy cerca de lograr la capacidad nuclear, hoy en día el debate público en Israel se concentra en como parar el programa nuclear iraní (sea mediante medidas políticas o cualesquiera otras), en vez de como disuadir a Irán si dichos intentos de pararlo fallan. No debe extrañarnos, por consiguiente, que la defensa en la era nuclear no ha sido afrontada por Israel sino a un nivel superficial. Y que cualquier conclusión hecha, haya estado imbuida por los conceptos de los conflictos convencionales en vez de los nucleares.

Este trabajo se esforzará por corregir esa situación, y analizará en detalle el rol de la defensa antimisil en el conjunto de una doctrina disuasiva contra un Irán nuclear. Se discutirá en la perspectiva de la supervivencia de la fuerza de represalia, en vez de hacerlo en la minimización de los daños a la población israelí. Se argumentará que el particular entorno en el que está situado Israel, la defensa antimisil juega un papel clave en la doctrina de su disuasión. De hecho, la defensa antimisil está destinada a ser la más visible medida de supervivencia de la fuerza nuclear israelí, y por consiguiente será la más importante elemento en los cálculos de pérdidas y beneficios de cualquier agresor, siempre que este esté preocupado por su propia supervivencia tras atacar a Israel.

Originariamente concebido contra la amenaza de los misiles con carga química provenientes de Siria, la defensa antimisil israelí puede ser incluso más significativa contra un Irán nuclearizado. Pero la defensa no es un fin en si mismo. La defensa debería estar enfocada en aumentar la ofensiva en lugar de sustituirla. Por tanto, la cuestión no es si la defensa es preferible a la ofensiva, sino como combinar las dos para obtener un óptimo resultado. Israel debe retener todos sus activos ofensivos para disuadir a un Irán nuclear. El papel de la defensa debe ser el de proveer una supervivencia a los activos ofensivos, disminuyendo su vulnerabilidad frente a un ataque contra esos activos ofensivos, impulsando de ese modo su valor disuasivo real.


La Evolución de la Defensa Antimisil de Israel
La búsqueda de soluciones defensivas contra la inminente amenaza de los misiles comenzó en a finales de los años 80´s, cuando el entonces Ministro de Defensa, Isaac Rabin, decidió que Israel participaría en la Iniciativa de Defensa Estratégica del Presidente Reagan. Rabín vio la emergente amenaza misil como una de las más peligrosas amenazas futuras a la seguridad de Israel, por lo que apoyó la noción de desplegar un sistema de defensa activo contra ellos. Más tarde, Rabín aprobó el lanzamiento de un programa de I+D que eventualmente llevaría al programa Arrow. Los ataques de misiles iraquíes en 1991 se encontraron con un Israel carente de medidas defensivas. Esto llevó al entonces Ministro de Defensa Moshe Arens a que el Ministerios Israelí de Defensa (IMOD), y a las Fuerzas de Defensa de Israel, a que adquirieran el misil antimisil americano Patriot PAC-2 (que sólo alguna capacidad para interceptar misiles balísticos) y a embarcarse en el desarrollo de un programa a total escala para el desarrollo del sistema de defensa antimisil Arrow. Cuando Rabín fue otra vez Ministro de Defensa, confirmó las directivas de Aren y suministró el necesario presupuesto para su implementación.

Tras una serie de fracasos en los tres primeros años, el programa Arrow finalmente alcanzó un record de pruebas exitosas. Hasta la fecha, el Arrow se ha marcado 14 pruebas exitosas de las 16 pruebas hechas. Es un ratio de éxito del 88%. La primera capacidad operativa fue alcanzada en diciembre de 2000, alcanzado la plena operatividad no mucho después. El sistema Arrow es actualmente operado por el Mando de Defensa Aérea de la Fuerza Aérea Israelí (IAF) junto al sistema Patriot.

El programa Arrow no fue una aventura aislada, e Israel ha invertido en otros conceptos de defensa contra misiles. Durante los años 90 el Ministerio Israelí de Defensa estudió el concepto de destruir misiles durante su fase de impulso (boost phase) con misiles aire-aire especialmente diseñados para ello (apodados MOAB), lanzados desde UAV en profundidad. Aunque parecía prometedor, el estudio fue abandonado por el IMOD. Otro concepto, empleando altas energías dirigidas con los que derribar misiles, fue investigado conjuntamente por los militares de EE.UU. y de el IMOD, pero después de que se anotara algunos éxitos espectaculares en la fase de prueba, fue abandonado. Sin embargo, el concepto de alta energía estaba pensado como defensa táctica, cohetes de corto alcance (como los Katyusha) y no contra misiles balísticos provenientes de Siria o Irán, por lo que resulta irrelevante para este trabajo.

La decisión de desarrollar y desplegar un sitema antimisil propio no fue tomada fácilemente y estuvo acompañado de un, en ocasiones, estridente debate, que en la mayoría de los casos se realizó a puerta cerrada en el IMOD, aunque a veces también fue público. El crítico más incisivo de el concepto de defensa antimisil en Israel estuvo dirigida por el Dr. Reuven Pedatzur en un amplio estudio publicado en 1993 por el Jaffee Center for Strategic Studies (precursor de el Institute for National Security Studies). Los argumentos expuestos en tal estudio, se realizaron conforme a las opiniones de numerosos analistas de defensa y oficiales, y se hicieron eco de muchos de los argumentos esgrimidos por los críticos de la SDI en los EE.UU.

Pedatzur argumentó que engañar al sistema defensivo como el Arrow era muy simple, barato, y que las fácilmente instalables contramedidas (en los misiles balísticos) harían inefectivo tal sistema defensivo. Pedatzur dudaba que que la industria de defensa de Israel pudiera afrontar el desafío de un sistema tan complejo, citando a expertos anónimos de las IDF que predijeron que el sistema no podría estar disponible para antes de 2010. El vaticinó que los enormes costos podrían distorsionar el presupuesto de defensa y sus prioridades, y desviar fondos para el mejoramiento de la capacidad bélica de las IDF, lo que consecuentemente forzaría a una profunda revisión de la doctrina de seguridad nacional de Israel. También sostuvo que aunque pudiera ser efectivo contra misiles con carga convencional, química y biológica, el Arrow no podría serlo contra los misiles con carga nuclear, ya que nunca podrían proporcionar una defensa hermética, siendo el impacto de un sólo misil una amenaza existencial contra Israel.

Tras la prueba del primer Shahab 3 en Irán, Pedatzur dijo que no había ninguna razón para que impidiera alcanzar una disuasión mutua con credibilidad, ya que Irán no tiene un interés real en atacar a Israel. Al contrario, ello podría ser un interés más para reducir la tensiones regionales. En su opinión, Israel debería dirigir sus esfuerzos en disuadir a Irán de lanzar sus misiles en lugar de defenderse de dichos misiles una vez hubiesen sido lanzados. La manera de hacerlo, en su opinión, sería confiando en la amenaza explícita de devastación de la represalia. En su visión, la defensa antimisil podría no contribuir al equilibrio disuasivo. Pedatzur y otros críticos argumentaron que otros países también refrenaron el desarrollo y despliegue de defensas antimisilies, y pidió al gobierno de Israel que hiciera lo propio.

Con el paso del tiempo, la mayoría de las pesimistas predicciones provaron estar infundadas. La industria de defensa de Israel superó el desafío técnico, el desarrollo del sistema fue completado en una década de lo que fuera predicho, y no hay señales de que los gastos en el sistema Arrow perjudique otros planes de adquisiciones de las IDF en grado alguno. La doctrina de seguridad nacional de Israel no ha sufrido cambios significativos por ello, sino que ellos son debidos a los dramáticos cambios en la región, como la guerra de Iraq o el ascenso de Irán a potencia regional, y no por cualquier efecto que producido por la defensa antimisil. Comparados con esos cambios tectónicos en el teatro de Oriente Medio, los supuestos efectos destabilizadores de la defensa antimisil de Israel es una minucia.

Contrariamente a las aseveraciones del Dr. Pedatzur y otro críticos, la política israelí de una defensa activa contra misiles va en paralelo con otros desarrollos en el mundo: Japón, India y Turkía, han adoptado formalmente políticas de defensa activa, y los tres se han comprometido en el desarrollo y adquisición de tales sistemas. Grandes países europeos, ya como miembros de la OTAN o individualmente, están desarrollando, comprando e integrando el despliegue de defensas antimisil. El parlamento europeo aceptó una recomendación a favor de una defensa a lo ancho de todo el continente. La mayoría de los estados del golfo, tienen la misma preocupación que Israel, y están buscando sistemas defensivos contra la amenaza de los misiles iraníes.

La defensa antimisil de Israel es ya un hecho establecido, y la mayoría de las alarmas que señalaron los críticos han fallado al materializarse. Uno podría tomarse el debate de entonces como una anécdota histórica y no darle mucha importancia. Pero ni muchísimo menos, encarando la inminente amenaza de un Irán nuclear, vale la pena recordar uno de los principales argumentos de los críticos del pasado, la referida a que contra la amenaza de misiles con carga nuclear, la defensa activa carece de todo sentido porque no puede garantizar la defensa contra un simple misil, que evadiendo la defensa provocaría estragos en Israel. El énfasis de este trabajo es el examinar y discutir esa afirmación.


Prerrequisitos para una Disuasión Creible Israelí.
Antes de discutir el rol de la defensa antimisil en el establecimiento de una postura desuasiva creible, la cuestión es dilucidar si un Irán nuclear será disuadible. Irán es frecuentemente descrito como un Estado "irracional", un Estado cuyo proceso de toma de decisiones no procede de manera racional y que podría escoger actuar de manera suicida. Por lo que como un actor suicida no puede ser disuadido. Lo siguiente es asumir que el régimen iraní está inclinado al suicidio, lo que convierte a Irán en indisuadible.

Un rápido examen de el régimen iraní y la forma en que negocia, lanza una duda sobre la hipótesis de el Irán suicida. Una discusión completa de la naturaleza y el modus operandi de la República Islámica está fuera del alcance de este trabajo, aunque para el propósito de nuestro trabajo es suficiente tomar nota de dos aspectos de la conducta de Irán y sus grandes objetivos: primero, la fría y calculada gestión de la crisis del enriquecimiento de uranio que ha hecho Irán frente a la comunidad internacional, y segundo, la visión de Irán de si mismo como líder y promotor del mundo musulmán. Ambos aspectos no apoyan el retrato de un régimen suicida, dispuesto a sacrificarse por la causa del Islam global. Es más plausible asumir que Irán, aunque fanático y radical como es, continuará siendo un jugador racional que seguirá avanzando en su agenda radical, pero de forma pragmática y con una sopesación cuidadosa de las ganancias y las pérdidas. Juzgando los comportamientos de Irán y no su retórica, se puede asumir que Irán es disuadible. Con esta suposición podemos proceder a discutir las condiciones para establecer una disuasión creible contra un Irán nuclear.

Europa y los EE.UU. podrían presionar a Irán con medidas políticas, económicas y militares. Este no sería el caso de Israel. Por si mismo, Israel no puede ejercer ninguna influencia sobre la economía de Irán y sólo puede hacer una pequeña presión sobre sus lazos políticos internacionales. Por otro lado, y juzgando por las numerosas declaraciones de los funcionarios Iraníes, podemos asumir con seguridad que israel puede presionar a Irán militarmente. En la percepción iraní, Israel tiene un arma aérea estratégica con el suficiente alcance para infligir un daño inaceptable a las principales ciudades iraníes. Es razonable asumir que para un liderazgo racional, a pesar de su visión radical del mundo, la percepción sobre la capacidad (de represalia) israelí podría actuar como un significativo disuador, pero sólo si tal liderazgo está enteramente convencido de que la represalia israelí es inevitable y que no habría manera de escabullirse de la represalia. La propia percepción de Irán sobre la capacidad de Israel puede ser explotada para establecer una disuasión creíble, siempre que Irán perciba que no hay modo de frustrar la represalia.

La anterior hipótesis podría ser rabatida con un argumento que afirma que lo que sería un daño inaceptable para el resto del mundo, para Irán sería asumible en buena medida. En diciembre de 2001, Hashemi Rafsanjani, uno de los más influyentes líderes de la República Islámica de Irán, durante el sermón del viernes en una mesquita de Teherán, declaró que un Irán nuclear podría tener ventaja ya que "Israel podría ser destruido por una sola bomba nuclear, mientras que el mundo islámico podría absorver muchos impactos nucleares". Si esto significa que el liderazgo iraní cree en una "guerra nuclear ganable", entonces la disuasión de Israel podría ser enteramente dependiente de las garantías nucleares de Europa y EE.UU.. Por otro lado, los funcionarios iraníes han mantenido mutismo sobre el asunto y no han dado confirmación oficial de que la "doctrina Rafsanjani" se haya adoptado. Por lo que no es un suposición sin fundamento que el comunicado de Rafsanjani exprese meramente una opinión personal y que no represente ninguna clase de consenso entre el liderazgo de Irán. Asumiendo que con algo de confianza que este es el caso, podemos proponer que las capacidades militares de Israel, bajo determinadas condiciones detalladas abajo, servirían para establecer una disuasión creible contra un Irán nuclear.


Disuasión y Estabilidad de la Crisis
Por sí mismo, el palo militar es necesario pero no suficiente para asegurar una postura disuasiva estable. La estabilidad de la confrontación de la Guerra Fría descansaba no solo en el temor a una total destrucción mutua, sino también por una amplia red de canales de comunicación entre los antagonistas y por los mecanismos de gestión de crisis establecidos por ellos casi al tiempo que despuntaba el conflicto. Desde una perspectiva histórica, el de la Guerra Fría no fue el caso de síndrome de "viejos enemigos", ya que ambos eran entidades políticas relativamente nuevas en la historia. Es más, inmediantamente antes de la Guerra Fría ambas superpotencias fueron aliadas un una amarga y sangrienta guerra contra la Alemania Nazi. La Guerra Fría no alteró formalmente el estado de paz entre las superpotencias, que continuaron manteniendo ambajadas en la capital de su rival. Cuando ambos países cayeron en la cuenta de que podían lanzarse bombas por inconsciencia o error de cálculo, crearon canales de comunicación en tiempo real entre los liderazgos de ambos países, para impedir que se cometiera ningún malentendido. Ambas superpotencias estuvieron preparadas para negociar e incluso concluir tratados de control de armas (como el ABM) para reducir las tensiones y aliviar sus economías. La crisis de los misiles cubanos fue resuelta no por el empleo de la fuerza, sino através del compromiso y la negociación que permitieron las canales de comunicación disponibles entre las superpotencias, instalados para resolver precisamente tales situaciones.

Nada de las características de los mecanismos de comunicación que habían durante la guerra fría existen hoy en día entre Irán e Israel, y tampoco está la probabilidad para instaurarlos en el futuro previsible. Los dos países fueron estrechos aliados antes de la Revolución Islámica de 1979. Después de la revolución, el nuevo régimen iraní adoptó el legado de hostilidad que el mundo islámico tenía hacia Israel, adornándola con elementos de la más virulenta propaganda antisemita desde la década de 1930. Las perspectivas de acuerdos de control de armas entre Israel e Irán son prácticamente inexistentes. No hay enlaces de comunicación directos, rápidos y confidenciales entre los dos gobiernos ni parece que se vislumbren en el horizonte. Canales de comunicación indirecta (através de tercero o de la ONU) serían demasiado lentos, y por tanto, inefectivos. En resumen, y contrario a lo que proponen algunos analistas israelíes, la Guerra Fría no puede ser tomada como un modelo, o servir de guía para establecer una disuasión mutua en un conflicto Israel-Irán.

Ante la ausencia de cualquier mecanismo "externo " estabilizador como los de la Guerra Fría, la estabilidad de la ecuación disuasiva entre Israel e Irán, depende plenamente de mecanismos "internos" (como la intensidad de la preocupación de Irán de sobrevivir a la represalia isreilí tras un primer ataque iraní). Careciendo de mecanismos externos, la estabilidad copletamente descansa en la cuestión de como Israel es percivido en Irán. Para alcanzar la estabilidad, Israel debe proyectar una imagen de que la fuerza de represalia es invulnerable a cualquier ataque iraní. Es más, Israel debe tener la seguridad de que el liderazgo de Irán está convencido, más allá de toda duda, de lo inevitable de una respuesta agresiva, de la capacidad e lanzar por si mismo dicha respuesta (y no por una tercera parte), y de lo intolerable del daño que generaría tal respuesta. Finalmente, Israel debe hacer un esfuerzo para que Iran tenga ese percepción por si mismo, através de sus propios medios de inteligencia y por el propio debate interno y la consiguiente decisión, en vez de através de las declaraciones políticas de Israel (como la futiles amenazas aireadas por los líderes israelíes en la víspera de los ataques de los Scud iraquíes en 1991)

Como no hay ganadores un una guerra nuclear, la perspectiva de Israel debe ser el de alcanzar el requisito, no de como "ganar" una guerra nuclear, el de como evitarla. La observación de Pedatzur de que "la política de Israel debería ser que los misiles nucleares no serán lanzados" (evitar guerra nuclear), por ninguno de los bandos, es totalmente apta tanto en momentos de tranquidad como en los escenarios de crisis.

La prueba suprema para la disuasión ocurre en las situaciones de crisis. No es ilógico el suponer que un liderazgo racional, por fánatico que pudiera ser, reculará de un ataque nuclear sorpresa si la represalia descompensa los beneficios del ataque. En situaciones de crisis, sin embargo, los cálculos de ganancias contra pérdias y de ventajas contra desventajas toman un cariz diferente. En el calor de una atmósfera de crisis, factores como el prestigio nacional, orgullo personal, o el pánico, pueden jugar un papel prominente, lo que tendería a nublar el juicio racional, empujando las políticas hasta límites peligrosos. Por otra parte, cuando no hay manera de intercambiar mensajes oficiales entre los protagonistas, como es el caso entre Israel e Irán, una gran brecha en las respectivas percepciones de la realidad son posibles. Podría darse el caso de que un ardoroso comunicado de prensa, actividades militares rutinarias, el lanzamiento de satélites, desastres naturales, o un accidente industrial, pueden ser malinterpretados en el distorsionado proceso mental de una crisis y tomados por un inminente ataque nuclear. Cuando la disuasión está exclusivamente basada en armas y doctrinas ofensivas, la tentación de "usarlas o perderlas" (por el primer ataque enemigo contra nuestras armas ofensivas), puede ser una elección racional en un cálculo de ganancias y pérdidas, precipitando un primer ataque nuclear.

Finalmente, y específicamente desde que Irán ve a Israel como un apéndice de Occidente, las medidas económicas o políticas tomadas por otros países contra Irán, podrían ser malinterpretadas por Tehrán como un plan israelí y precipitar una fuerte represalia. La disuasión israelí debe ser suficientemente fuerte como para mitigar cualquier impulso agresivo de Irán incluso en situaciones de crisis que no estén directamente relacionados con Israel.

La Contribución de la Defensa Antimisil Israelí para una Disuasión Creíble.
Las victorias militares se basan en un uso real de la fuerza. Pero por contra, la esencia de la disuasión radica en el no uso de la fuerza para alcanzar lo que podría llamarse una "decisión cognitiva". La defensa antimisil israelí debe ser demostrablemente capaz de interceptar y destruir los misiles que lleguen contra Israel, y la fuerza de represalia debe ser capaz de sobrepasar las defensas aéreas enemigas y causar devastadoras explosiones en el territorio enemigo, aunque su uso exitoso signifique que la disuasión ha fallado. La primera medida de efectividad los activos estratégicos de Israel, tanto ofensivos como defensivos, es el como de amenazantes son percividas desde el otro lado; y no por como se comportarán en un conflico real, lo que sería algo secundario (en lo que a disuasión se refiere).

Los sistemas de represalia que podrían ser considerados vulnerables a un ataque por sorpresa, probablemente no serían capaces de alcanzar la decisión cognitiva, prerrequisito para una disuasión estable. En la Guerra Fría, ambas superpotencias alcanzaron dicha decisión cognitiva por el despliegue de múltiples familias de sistemas de represalia, y por el uso de grandes cantidades para luego dispersarlas e instalarlas en diversas plataformas en tierra, bajo el mar, en el aire, en los fuertemente protegidos silos (y también, al menos en el caso de la Unión Soviética, por una extrema movilidad en tierra). Esto aseguraba la supervivencia de la represalia estratégica más allá de toda duda razonable. Los juegos de guerra conducidos por ambos lados demostraron que un segundo ataque del otro lado ocurriría, independientemente de lo devastador que fuera el primer ataque. Una vez que la decisión cognitiva se alcanzó, las inversiones en posteriores medidas de supervivencia daban rendimientos decrecientes. Esto hizo que la defensa antimisil fuera superflua, allanando el camino para el tratado ABM.

Por contra, el dalgado territorio de Israel no puede ofrecer los amplios espacios necesarios para la dispersión, y con la relativamente modesta economía respecto a una superpotencia, no podría afrontar el tipo de medidas que multiplicaron la fuerza de represalia. Tanto la población israelí, los activos económicos, o las bases militares están concentradas en un área no mucho más grande que Rhode Island. Este hecho, y la percepción de que las inversiones en defensa de Israel están declinando con el tiempo, podría actuar como una poderosa tentación para una acción agresiva por Irán. Un agresor racional, por fánatico que fuera, se esforzaría en eleminar las medidas de represalia israelíes antes de proceder a lanzar un ataque nuclear contras las ciudades de Israel. Esto, por supuesto, podría ser un grave error para Irán, un error que podría incurrir en terribles consecuencias para Irán (y también para Israel). El primer objetivo de la disuasión de Israel es, por tanto, el de disuadir a Irán de escoger la elección errónea en primer lugar.

Para ilustrar este punto, considerando el pricipal activo estratégico de Israel, esto es, la flota de aviones de largo alcance de la Fuerza Aérea de Israel (IAF). Las fuentes abiertas sobre la estructura de la fuerza de la IAF nos dicen que esta se despliega en 12 bases, seis de las cuales hospedan los más modernos tipos de aviones (los nombres y las localizaciones de estas bases aéreas estás disponibles en esa fuetas). Teóricamente, entonces, un primer ataque de no más de seis misiles Shahab 3, uno por cada base, podría ser suficiente para golpear y tumbar la aerotransportada capacidad de segundo ataque israelí. Lo que allanaría el terreno para un consecuente ataque contra los centros de poblacion israelíes permaneciendo invulnerables.

Es razonable el asumir que Irán podría planear el lanzamiento de algunos misiles Shahab para compensar los fallos o imprecisiones, pero en cualquier caso, es obvio que la concentración de los activos estratégicos de Israel en un pequeño número de localizaciones, requiere sólo un puñado de misiles Shahab para eleminarlos, no mucha más cantidad que la salva de misiles iraquíes que golpearon Israel durante la Guerra del Golfo de 1991.

Entrando en escena el sistema de defensa antimisil israelí, la situación cambia completamente. Como señaló Pedatzur, los racionales planificadores iraníes, podrían tomar en cuenta el factor de la existencia de un sistema defensivo eficiente, que sería por lo menos tan bueno como las exitosas pruebas han demostrado, ya que una evaluación menor podría costar la existencia a Irán. Yendo al grano, esto significa que los iraníes deberían tener en cuenta que el ratio de acierto del Arrow es de por lo menos del 80% con cada misil. De acuerdo con la literatura en fuentes abiertas, Israel tiene ahora desplegados tres baterías de misiles Arrow. Cada batería incluye ocho lanzadores con sein interceptores cada uno, para un total de 122 interceptores Arrow desplegados y listos para disparar. Además, añadiendo varias baterías Patriot PAC 2, que serán mejoradas al PAC 3, tenemos un segundo nivel de escudo antimisil.

Un simple análisis estadísitico indica que si cada misil Shahab dirigido a una base de la IAF es encarado por un sólo Arrow, tres de las seis bases sobrevivirán con absoluta certeza y que en un 90% de probabilidad de que las cuatro bases permanezcan intactas. con el lanzamiento de sólo seis interceptores, la mayor parte de los Arrow y Patriot se mantendrán listos para encarar el siguiente ataque. Desde el punto de vista del agresor, ello equivaldría a un fracaso, ya que quedaría el suficiente número de bases aéreas intactas desde las que se realizaría una represalia masiva.

Irán podría incrementar la probabilidad de acabar con la IAF en tierra lanzando varios misiles Shahab a cada base aérea. Las curvas 2, 3, 4 y 5 de la figura 1, muestra la probabilidad de supervivencia de las pricipales bases de la IAF contra una salva de 12, 28, 24 y 30 Shahab respectivamente, estanda cada Shahab contrarrestado por un simple Arrow o Patriot. En el caso de una salva masiva de 30 misiles Shahab con cabeza nuclear, estando cada misil enfrentado por un solo misil interceptor israelí, habría un 90% de probabilidad de que cinco de las seis bases principales de la IAF fuera alcanzada, erosionando seriamente su capacidad de lanzar un ataque de represalia.

Sin enbarmgo, los planificadores iraníes tomarían en cosideración que un sistema de defensa multicapa podría encarar cada Shahab, dos, tres e incluso más. De nuevo, un simple cálculo muestra que cuando se enfrenta cada uno de las 30 amenazas por dos interceptores, el escudo Israelí podría destruír la gran mayoría de los Shahab y asegurar la supervivencia de al menos tres bases, y posiblemente cuatro, tal y como se muestra en la curva 6 de la figura 1. Este sencillo juego de guerra podría ser extendido a salvas más numerosas de misiles Shahab incrementándo el número de interceptores consecutivamente, con resultados decepcionantes para la perspectiva iraní. Haciendo salvas con un mayor número de Shahabs con cargas convencionales, para vaciar las existencias, en verdad disminuiría la probabilidad de destruir a la IAF, ya que el impacto de una cabeza de guerra convencional con probabilidad no complicaría las operaciones aéreas seriamente. Un ataque preliminar a la defensa antimisil (suponiendo que los iranías supieran de su localización) tendría unos resultados igualmente decepcionantes ya que el sistema podría defenderse así mismo con la misma efectividad. Además que entre el ataque contra la defensa antimisil y el siguiente ataque contra las bases de la IAF, esta podría lanzar un ataque devastador.

Hay que señalar que el lanzamiento de una salva masiva de 30 Shahabs no es afrontable por potencias nucleares mucho más avanzadas como Francia y Reino Unido. También hay que pensar que el letal efecto de 30 bombas nucleares explotando simultáneamente, ya fuera en tierra o en el aire, sería devastador no sólo para la población de Israel, sino también para los palestinos, libaneses, jordanos y egipcios. Bajo ciertas condiciones meteorológicas, los efectos letales podrían alcanzar Iraq e incluso a Irán mismo.

Este simple juego de guerra puede repetirlo un estudiante iraní de ciencias con una calculadora de 25 dólares y con acceso a internet. La mera existencia del escudo antimisil israelí cambia la ecuación estratégica en dos maneras. Primero, porque transforma la IAF, con un pequeño número de bases principales, de una presa fácil a un objetivo inexpugnable. Segundo, hace replantearse a Irán sus planes, forzando a los planificadores a incrementar las salvas de Shahab, con el efecto colateral de que podría poner en serio riesgo la propia seguridad de irán. Como toda la información necesaria para hacer estas sombrías evaluaciones está disponibles para Irán através de sus propias fuentes, lo lógico sería que el cálculo de ganancias y pérdidas disuadiera a Irán, incluso en medio de la tensión y confusión de una crisis, de tomar una decisión potencialmente desastrosa. La decisión cognitiva, la condición crucial para una disuasión efectiva, es consecuentemente alcanzada.

El efecto estabilizador del escudo antimisiles de Israel va más allá de la seca aritmética de ganancias contra riesgos. El sistema Arrow fue codesarrollado con los EE.UU. y se diseñó para interoperar con los sistemas antimisiles de EE.UU.. La IAF mantiene frecuentes y bien publicitados ejercicios de defensa antimisil con US Army y la US Navy. Cualquier planificador iraní debe tener en cuenta la presencia de un desconocido número de activos de defensa antimisil de EE.UU. en el momento del ataque que haya planeado. Como dichos activos podrían tomar parte en la acción defensiva y catapultar la efectividad del escudo antimisil incluso más allá de las características publicitadas. Por otra parte, una acción ofensiva iraní que resultara en bajas de EE.UU., podría provocar una acción de represalia americana, incluso en el improvable caso de que la fuerza de represalia de Israel fuera abrumada.


Defensa Antimisil vs. Otras Medidas de Supervivienca.
Podríamos resumir que la defensa antimisil de Israel es esencialmente una medida de supervivencia para la fuerza de represalia de Isral. La cuestión que debe encararse, es la de qué cantidad de inversión en defensa antimisil tiene una mejor relación coste-eficacia, respecto al resto de tales medidas, como la dispersión, la multiplicación o la fortificación.

No hay una respuesta simple para esta cuestión, aunque tres ventajas significativas de la defensa antimisil nos vienen a la mente. Primero, la defensa antimisil tiene un alto perfil público, comparadas con otras medidas menos visibles o incluso confidenciales. Las pruebas de defensa antimisil son seguidas por el público en general, por lo que son cubiertas por la prensa de forma extensa, y en ocasiones de manera sensacionalista. Los éxitos noticiados de las pruebas influyen en el pensamiento y juicio de analistas y tomadores de decisión. Por ejemplo, cuando el sistema Arrow tuvo éxito en la destrucción de un Scud B real, el importante diario egipcio al-Ahram concluyó que la defensa antimisil de Israel estaba cambiando el equilibrio de poder en Oriente Medio a favor de Israel. Como lo que buscamos aquí es lograr la decisión cognitiva, inversiones en medidas altamente visibles como la defensa antimisil, aportan un mejor retorno a la inversión.

Segundo, la defensa antimisil de Israel ya existe actualmente, la mayoría de la fuerte inversión para su desarrollo y despliegue ya se ha hecho, las capacidades también han sido probadas, y los operadores han ganado experiencia en ejercicios de campo y en la preparación para la guerra de de Iraq de 2003. Nuevas medidas de supervivencia podrían demandar inversiones de la magnitud de las ya hechas en el Arrow.

Tercero, el Arrow es un programa conjunto de EE.UU. e Israel, con los costes compartidos entre ambos gobiernos. La aportación americana en el Arrow es un añadido a la ayuda militar que anualmente recibe Israel. Mejoras en el Arrow para lograr mejores caracterísitcas y endurecer la defensa, tal y como está planeado actualmente para el Arrow 3, es probable que logre un apoyo financiero americano significativo. Sin embargo, otras medidas de supervivencia no podrían ganar tal apoyo, y habría más probabilidad de que Israel fuera reluctante a adoptarlas o discutirlas frente a las que sí.


Conclusiones.
Este trabajo ha examinado las críticas que se basan en que como la defensa antimisil no es una defensa hermética contra todos y cada unos de los misiles con carga nuclear sobre los cielos de Israel, es una defensa que no sirve para nada. Asumiendo que Irán es un enemigo fanático en sus fines, aunque a la vez pragmático en sus modos, los razonamientos expuestos en nuestro trabajo demuestran que la defensa antimisil tiene mucho más valor contra un Irán con misiles de carga nuclear, que contra uno de cargas convencionales. El argumento "un simple misil los atravesaría", es una dedución lógica de la hipótesis del agresor suicida. Pero nosotros creemos que este no es el caso de Irán.

La preocupación fundamental que motiva la mayoría de las críticas de la defensa antimisil israelí, es el temor a que los costos del mismo se afrontaran a expensas de las armas de represalia. Pero en realidad, el depliegue del Arrow no produjo tal efecto ni, como es de sobra sabido, tampoco lo hizo con otros programas de adquisiciones o de I+D. Como indican varios comunicados de funcionarios israelíes que son de dominio público, puede asumirse de manera razonable que Israel no emprenderá ninguna acción ofensiva contra Irán. El juego de suma cero temido por los críticos en lo relativo a la inversión en armas ofensivas versus armas defensivas, es una mera ilusión que no se corresponde con la realidad. En la particular situación de Israel, la defensa antimisil no está programada para reemplazar a las opciones ofensivas. Al contrario, se despliegan las defensivas para proteger a las ofensivas. La tarea del escudo antimisiles de Israel no es la de asegurar totalmente que ni uno solo de los misiles con carga nuclear de Irán pueda penetar dicho escudo, y con ello proteger a la población israelí. La tarea de dicho escudo no es sino la de otorgar supervivencia a los activos de represalia, poniendo consecuentemente ante un dilema existencial a cualquier agresor.

En la ausencia de canales de comunicación entre Israel y el Irán nuclearizado, un escudo antimisil israelí debería ser la medida de superviviencia más visible, en la que cada prueba exitosa mandaría otro poderoso recordatorio del dilema exitencial de Irán. Al mismo tiempo, la defensa no debe ser vista como una solución única para alcanzar la disuasión. La primera y más importante condición para una disuasión creible, son unos devastadores activos de represalia. La defensa antimisiles existe para asegurar la supervivencia de dicho activos.

Aunque la mejor opción para Israel y para el resto del mundo es que Irán permanezca sin nuclearizarse. Un Irán nuclearizado podría ser un desafío poderoso que requiriría significativos recursos para establecer una creible y estable postura disuasiva. El escudo de defensa antimisil que Israel ha desplegado, es un elemento clave de su capacidad disuasiva, y las contínuas inversiones en su mejoramiento deberían ser vistas como necesarias e inevitables, y como parte del coste de la salvaguardia de la existenencia y prosperidad de Israel contra cualquier contingencia, lo que incluye un Irán nuclear.