El cacareado acuerdo
que hizo público el portavoz del gobierno iraquí el domingo, y que sería hecho público el lunes en la reunión de Arbil,
al final no pudo lograrse. La cumbre de Arbil estuvo lejos de conseguir los objetivos que muchas noticias de la prensa parecían augurar, unos objetivos que
desde este blog dijimos que más bien respondían a una maniobra mediática y a las intenciones políticas de Al Maliki, que una realidad tangible.
Las
conversaciones siguieron ayer en Bagdad y continuarán hoy miércoles, ante la necesidad de nombrar un presidente del parlamento iraquí este jueves impuesto por la corte suprema iraquí. Dicho puesto es el primero que debe nombrarse según la constitución iraquí tras produccirse elecciones parlamentarias, y a ese puesto le seguirían el nombramiento del presidente del país, y por último el de primer ministro. Por lo que muchos ven la reunión del parlamento del jueves como el punto de inflexión de la estancada situación política iraquí. Pero la sucesión de fechas límites que al final no lo han sido, no augura ahora que deba esperarse soluciones definitivas al problema. Desde luego esta no sería la primera vez en la historia que la ley o los dictámenes de un corte son violados por intereses políticos, y tampoco será la última.
De hecho no todos los periodistas repiten la frase de que "el acuerdo debe alcanzarse antes del jueves", haciendo ese día una especie de fecha sagrada e inviolable, e informan (con sentido común) que en caso de que el acuerdo no se hiciera,
el punto muerto político podría seguir durante meses.
No obstante
Maliki sigue diciendo que el parlamento se reunirá el jueves 11 de noviembre para completar el proceso de la formación de gobierno. Nuevamente Maliki vuelve a creer que al verbalizar sus sueños estos se harán realidad.
Los líderes políticos iraquíes volvieron a reunirse el martes para encontrar una solución al estancamiento político, pero no se lograron resultados concretos.
La cuestión de fondo es el poder que tendría el bloque sunita de Iraquiya en un gobierno liderado por un chiíta. Tras el acuerdo al que llegaron Maliki y Al Sader (líder político apoyado por Irán), los suníes ven al bloque de Iyad Allawi como su última esperanza para obtener poder político. En caso que las preocupaciones e inquietudes sunitas no obtuvieran representación política existe el temor de que ello haría regresar la violencia política.
Iraquiya rechaza unirse a un gobierno liderador por Al Maliki y presionan para que los poderes reales del primer ministro estén limitados y controlados. Los negociadores discuten el asunto del llamado Consejo Nacional de Política Estratégica, que es parte de una propuesta para compartir el poder, en que Maliki sería primer ministro y Allawi encabezaría el consejo.
Iraquiya ha luchado de diferentes maneras para limitar los poderes de Maliki y quiere que el consejo tenga la verdadera autoridad y poder de decisión. Funcionarios del partido Iraquiya dicen que Maliki está concentrando el poder para sí mismo mediante la creación de fuerzas de seguridad que respondan sólo ante él y que a través de los mandos militares pueda puentear a los ministros.
Además del asunto del consejo, está el del proceso de Desbaazificación liderado por chiítas para purgar al gobierno de personas que estuvieron afiliadas al Partido Baas que gobernó Irak durante décadas. Los sunitas ven ese proceso de Desbaazificación como un intento de apartarlos del poder. Estos dos asuntos son considerados vitales para los intereses sunitas.
Por otro lado, los kurdos están diciendo que los Estados Unidos los están presionando para que entreguen la presidencia a Allawi para que así este accediera a una solución de gobierno que incluyera a él con Al Maliki. El parlamentario kurdo Fouad Massoum declinó comentar los rumores sobre las presiones americanas, pero dijo que el asunto de la presidencia "está fuera de toda discusión".
Se cree que los kurdos está apoyando a Maliki por que les garantizaría la presidencia (tras el acuerdo al que llegaron con él el sábado), aunque el apoyo público aún tiene que realizarse en espera a que terminen los encuentros entre los líderes políticos que se producen estos días.
Los Estados Unidos estás presionando duramente para que el acuerdo de gobierno incluya a todos los bloques políticos principales, lo que implica a Iraquiya. El senador americano John McCain en un viaje a Irak el martes enfatizó la necesidad de realizar progresos "en cuestión de días, no de meses. Estamos disgustados que este proceso vaya por su octavo mes."
Roz Nuri Shawis, kurdo próximo a Barzani (presidente del kurdistán) dijo en una conferencia de prensa que Allawi no asistió por encontrarse enfermo y que sí iría a la reunión del miércoles. Pero parlamentarios próximos a Allawi dicen que la enfermedad no es sino una excusa para no aparecer como el único que no quiere la solución planteada.
Después de la reunión de Arbil, los periódicos iraquíes se mostraron pesimistas. "El encuentro de Arbil: un paso para adelante, dos pasos para atrás." Ese fue el veredicto de Ad-Dustur, un diario independiente.
Allawi y Maliki fueron a la reunión del Arbil en el contexto del acuerdo de Maliki y los kurdos, pero lo visto el lunes indica que ninguno de los dos cambió sus posiciones, lo que prolongaría el estancamiento que ha dejado a Iraq sin gobierno desde las elecciones.
Y entre todo este desorden político, UPI informa que "
Irak es golpeado pur una nueva insurgencia liderada por suníes." El incremento de coches bomba y muertes a través de Irak, ha incrementado las preocupaciones de que la nueva plaga de violencia que recorre el país sea lo que analistas llaman "la próxima insurgencia."
Pero esta vez no son yihadistas vinculados a Al Qaeda quienes encabezan la carnicería, sino extremistas suníes liderados por antiguos militares baazistas y agentes de inteligencia que sirvieron bajo el régimen de Saddam Hussein.
La mayoría de la violencia se ha enfocado contra las áreas chiítas, incluyendo Sader City. El objetivo parece ser que es el de iniciar una nueva ronda de violencia sectaria, que haga profundizar aún más la inestabilidad política que produjeron las elecciones parlamentarias ocho meses atrás y que no tuvieron un resultado concluyente.
Desde entonces, Irak ha estado en un estancamiento político en el que ninguno de los dos grupos principales tiene la fuerza suficiente para formar gobierno. El punto muerto está incrementando la frustación y angustia de los iraquíes, desesperados por conseguir un gobierno fuerte que proporcione estabilidad una vez las tropas americanas abandonen el país en 2011.
El aumento de la violencia ha alarmado a las fuerzas de seguridad iraquíes (entrenadas por EE.UU.), ampliamente dominadas por la mayoría chiíta, sobre su habilidad para contener dicha violencia y proporcionar estabilidad.
Un grupo está emergiendo como la punta de lanza de esta nueva insurgencia: Jaish Rejal al-Tariah al-Naqshbandia, o Ejército de los hombres de la Orden de Naqshbandia (JRTN por sus siglas en inglés). Fundado en 2006, está liderado por la antigua mano derecha de Sadam, Izzat Ibrahim al-Douri, y que aparece centrado mayoritariamente en las provincias suníes del norte y centro de Irak.
"Rápidamente se está haciendo en el grupo insurgente más influyente del país", dice Michael Knights, del Instituto de Washington para Asuntos de Asuntos de Oriente Próximo, en un artículo del Gulf States Newsletter en septiembre.
La actividad insurgente de este grupo se dirige a oponerse a gobierno liderado por chiítas de Maliki, hasta que este sea reemplazado por una administración que incluya a sunitas y a iraquíes de todas las sectas y sectores, incluyendo a militares y clase tecnócrata que dirigía el país bajo el gobierno del Baas.
Y esto es exáctamente lo que Irán no quiere. Teheran no quiere que su tradicional enemigo vuelva a tener el poder militar, y que Irak permanezca firmemente bajo su influencia. Por lo tanto es probable que Irán, a través de los Guardias Revolucionarios, continúen apoyando a las milicias chiítas en Irak para contrarrestar el resurgimiento baazista.
Roula Khalaf, editor para la edición de Oriente Medio del Financial Times, observó que el aspecto "más amenazante" de la actual crisis "es que algunos políticos iraquíes dicen ahora que las divisiones políticas son tan profundas y el país está tan frágil que un retorno a un control autoritario no podría descartarse tras la marcha de las tropas de EE.UU. el próximo año. Irak permanece en el peligro de volver al pasado en vez de ir hacia un futuro mejor."
Gates dijo (en Kuala Lumpur) que el acuerdo para mantener tropas podría ser hecho por funcionarios iraquíes si el actual aumento de la violencia continúa. Pero por el momento, los acuerdos militares entre los Estados Unidos e Iraq establecen que las tropas de EE.UU. abandonarán el país a lo largo de 2011.
Gates dijo que la petición debería hacerla un gobierno iraquí funcional, no por el actual conjunto de políticos en disputa.
Y aunque el acuerdo político entre Iraquiya, Estado de la Ley y el bloque kurdo, no es imposible de alcanzar y de que nadie puede predecir el futuro porque nada está escrito, lo que está claro es que la situación se deteriora por momentos y nadie está dispuesto a bajarse del burro. Y esta no es esta una buena mezcla que digamos.